sábado, 24 de diciembre de 2016

La depuradora del Torno cumple 30 años

Es la primera instalación de este tipo, Depuradora de Aguas Residuales, que se construía en la provincia.

La puesta en marcha de la depuradora se hacía necesaria y era esperada por toda la ciudadanía de Chiclana


IRO XXI | CHICLANA

La depuradora ubicada en el "Torno de los yesos" ha sido, sin lugar a dudas, la Infraestructura mas importante que se ha ejecutado en Chiclana en beneficio del río Iro, y durante estos estos días se está cumpliendo el 30 aniversario de su puesta en marcha. 

Fue la primera instalación de este tipo, Depuradora de Aguas Residuales que se construía y comenzaba a utilizarse en la provincia. Al ser pionera tanto su construcción como sobre todo su explotación corrieron novedosas dificultades que se pudieron irse resolviendo con éxito, mas bien por la animosa voluntad de aquellos que participaron en sus principios que por la nula experiencia que se tenía sobre el funcionamiento de aquel artefacto.

La década de los setenta del pasado siglo significó la más horrible para el río Iro. La célebre, por catastrófica, riada de 1965, además de causar graves destrozos en la ciudad, habían dejado el cauce colmatado de sedimentos. La influencia de las mareas como elemento benefactor a la hora de limpiar la suciedad que iba almacenando el río en su lecho, cada vez era menor, pues las aguas subían rio arriba con mayor dificultad, solo las de mayor coeficiente conseguían traspasar la alta cota a la que había quedado el río repleto de tierras arrastradas.

A esta problemática había que sumarle el que durante esos años, por fin, se fue extendiendo el servicio de agua potable por toda la ciudad. Cuestión que evidentemente supuso una mejora incluso sanitaria, mas que necesaria y demandada, para los ciudadanos, pero que de manera inevitable significó un importantísimo aumento del aporte de residuos orgánicos que hacíamos al rio, y precisamente los colectores de estas aguas residuales descargaban directamente en la zona mas urbana de la ciudad.

Durante esos años de la década de los setenta, el rio se manifestaba, mas en verano, en technicolor, pasando de diferentes tonos de verde a rosados suaves o intensos. 

Tan solo en curiosidad hubiera quedado la cosa, si no hubiera sido porque aquella película no solo tenía colorido sino que además despedía una serie de olores tan desagradables que en ocasiones llegaban a producir náuseas entre los que tenían que atravesar los puentes que cruzaban el rio.

Por supuesto que mientras tanto la vida dentro del rio había desaparecido, solo bacterias pastaban a sus anchas, los peces, aves e incluso la vegetación habían desaparecido, por completo, en el tramo del rio mas obligado a visitar.

En esta condiciones el que los ciudadanos dieran la espalda y taparan sus narices ante aquel arroyo infecto, degradado y maloliente, resultaba terriblemente lógico.

Por todas las razones expuestas, la puesta en marcha de la Depuradora era algo necesariamente esperado por muchos. Tal vez no sabíamos como, pero los técnicos decían que ésta acabaría con los malos olores y la putrefacción de sus aguas. Para el rio era su gran esperanza.

Es de destacar que la implantación de la tasa de depuración de la que iba acompañada la puesta en marcha de la EDAR, fue recibida con normalidad por parte de la ciudadanía, a pesar de que algunos agoreros esperaban cierta tensión a la hora de su cobranza. 

Quedó claro que la necesidad de ver un rio limpio era una esperanza de todos los Chiclaneros, de entonces.


¿SABÍAS QUÉ?
  1. Chiclana se había convertido en la octava ciudad de la provincia en número de habitantes al alcanzar la cifra de 40.000 en el año de 1984.
  2. El Abastecimiento de agua potable en la ciudad se gestionaba en 1986 a través de un reducido Servicio de Agua Potable que aún no contaba con los 10.000 abonados.
  3. Las Obras de Colectores principales en las márgenes del río, Estación elevadora Virgen del Carmen y Depuradora de aguas residuales, fueron dirigidas por la Confederación a través de su sección de Abastecimiento de agua a la Bahía Gaditana.
  4. La Depuradora del Torno, después de 30 años, sigue siendo una infraestructura pionera en la provincia debido a su ejemplar mantenimiento y mejoras de las Instalaciones.

sábado, 3 de diciembre de 2016

De la etimología del río Iro (2)

La inmensidad del río Iro desde la pasarela de madera que conecta la barriada del Carmen y Las Albinas.

Besilo fue el nombre por el que el río se conoció durante la Antigüedad hasta bien entrado el siglo XVIII


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Más que Tiro y Siro, o más aún que Liro, Lirio o Iro –incluso Salado, denominaciones más modernas– el río fue conocido en la antigüedad como Besilo, “nombre que conservó hasta bien entrado el siglo XVIII”, como afirma el investigador Jesús Romero Montalbán. Es necesario, en este sentido, remitirse a las fuentes históricas. La más elocuente es el poema geográfico “Ora Marítima”, del romano Rufo Festo Avieno, que vivió en la segunda mitad del siglo IV de nuestra era. “En el estudio y traducción de dicho poema, realizado por el geólogo Juan Gavala en su libro Geología de la Costa y Bahía de Cádiz, al tratar sobre el litoral gaditano en los versos 317 a 321, menciona una zona de relieve poco pronunciado, de suelo blando y arenoso, limitada por las aguas de los ríos Besilo y Cilbo. Gavala sugiere que estos rasgos topográficos concuerdan con los de la región que se extiende entre Chiclana y Vejer”, según ha descrito Romero Montalbán.

Esa referencia de Avieno al río Besilo resultó fundamental para que siglos después Florián de Ocampo, cronista del emperador Carlos V, en su Crónica General de España, describiera la llegada de los cartagineses a España. En ella narra, según la compilación de Romero Montalbán, los hechos sucedidos al púnico capitán Himilcon, conforme descubre las costas occidentales de Europa. Dicha expedición, comenzó su exploración en Gibraltar y siguiendo la “costa de los tartesios” describe los dos ríos que hallaron en nuestra zona. Nada extraña que de Ocampo utilizase los escritos de Avieno, afirmando: “Prosiguiendo la jornada, dieron en la boca del río Cilbo, que por buena conjetura parece ser el que viene por Vejer y Barbate. Tras el cual vieron otro río llamado Besilo, que por la misma razón debió de ser el que pasa por Chiclana, que se mete al mar junto con la punta de Santi-Petri, frontero de Cádiz”.

Cuando Alonso Pérez de Guzmán el Bueno, ordena la reconstrucción de una fortaleza sobre las ruinas musulmanas del Cerro del Castillo –en torno a 1430–, los cronistas de la casa ducal de Medina Sidonia ya citan la existencia del río como Besilo. Lo hace, por ejemplo, Pedro de Medina, matemático y cosmógrafo además de clérigo al servicio de la Casa de Medina Sidonia, en su libro Crónicas de los duques de Medina Sidonia (1510). Y en el mismo afirma: “La villa de Chiclana está asentada en la ribera de un río pequeño que los antiguos llamaron Besilo, por el cual salen los barcos navegando desde dicha villa hasta la bahía de Cádiz”. 

Evidencias históricas hay, y muchas, otra cuestión es que la historiografía contemporánea haya interpretado, por el contrario, que los ríos Besilo y Cilbo sean el río Barbate y el Salado, en Conil. Demostración que la historia no deja –o lo es muchas veces– de ser interpretación. El debate ha ocupado décadas: ¿Es el Besilo el río Iro o el río Barbate? ¿Es Baesippo el término de Chiclana o el de Barbate? Fray Jerónimo de la Concepción llega a situar en su famosa obra, Emporio del orbe. Cádiz ilustrada (1690) a Baesippo en Chiclana, y por supuesto es quien defiende con más ardor que el río Besilo es el que tenemos por Iro. Para el carmelita el río Barbate se llamaría entonces Balona, como ya dijera el presbítero Macario Fariñas en 1660. Hoy parece irrebatible, que Baesippo alude, ciertamente, a Barbate, aunque no en río Besilo, ni mucho menos. 


¿SABÍAS QUÉ?
  1. La derivación de Besilo a Iro no es fácil, salvo que se admita la pérdida de la primera sílaba Bes- en cuyo caso sí sería posible el paso de -ilo a Iro.
  2. El significado de Besilo es simple. La primera sílaba Bes- significa “agua, corriente, río”, mientras que la segunda –ilo viene a decir que es “rugiente, tumultuoso, espumoso”. 
  3. Iro, también de raíz indoerupea, significa exactamente lo mismo: “enérgico” e “impetuoso”.
  4. Baesippo significaría, asimismo, “fortificación del río Besilo”. Baes- sería, al igual que Bes-, “agua, corriente, río”. Por su parte, -ippo, también de raíz indoerupea, vendría a significar “fortificación” o “promontorio”.

sábado, 26 de noviembre de 2016

Los cogollos de palma y Bartivás

Recreación de lo que fuera el muelle de Bartivás, desde donde salían faluchos
con cogollos de palma hacia Portugal.

Durante el siglo XX salían, desde el muelle situado donde hoy está una de las naves de Mármoles Bolaños y Muebles Sayma, faluchos cargados de cogollos de palma directos para Portugal cuando el río Iro era navegable


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Fue , sin dudas, el último servicio como vía de navegación y transporte de mercancías que nos hicieron el humilde río Iro, en su parte mas baja, y el aún más modesto caño de Bartivás. Desde el muelle que detenta este último caño y durante muchos veranos hasta finales de la década de los sesenta, durante el siglo XX, salieron hacia Portugal una gran cantidad de cogollos de palma.

A partir del 4 de Mayo, fecha en la que entonces se celebraba la feria de Medina, comenzaba la salida de los trabajadores al campo, a la siega del trigo y la cebada, a cosechar las habas, y muchos se movían entre cañadas y descansaderos en busca de palmares o palmaretes para sacar los cogollos de los palmitos. Estas hojas de la palmitera se extraían tirando hacia fuera mediante una tijera que terminaba no en punta, sino en dos especie de orejeras, que en vez de cortar atrapaban el tallo. De esa manera no se dañaba al palmito que podía producir mas palmas los años siguientes. Se llegaban a recoger hasta en los términos municipales de San Roque, además de en Medina y Alcalá de los Gazules. Con los cogollos se hacían unas alpacas o “bucinas” y se transportaban en mulos o carros hasta una finca que tenían “los portugueses” frente al acceso a Bartivás, en la carretera de San Fernando, donde hoy se encuentran unas naves de Mármoles Bolaños y Muebles Sayma.

En dicha finca se extendían las hojas de palma, con el fin de secarlas al sol. Mediante chimbiris, y cada unos días se les daba la vuelta para secarlas por las dos caras. Una vez secas y empaquetadas, formando nuevamente alpacas, se transportaban al muelle de Bartivás y en él mediante unos tablones que colocaban entre la embarcación, faluchos, y el borde del muelle, se iba llenando la bodega del barco con estas alpacas de palma que se desplazaban mediante unas parihuelas y dos hombres.

Estas embarcaciones llamadas faluchos, tenían entre 16 a 18 metros de eslora y unos cinco metros de manga y aunque podían, moverse con un pequeño motor, la navegación la hacían a vela, mediante una gran vela latina.

Llegaban, siempre costeando, desde el sur de Portugal hasta Sancti-Petri. En el muelle del consorcio hacían escala, y embarcaban a un señor al que llamaban “el sordo” que les hacía de practico en el acceso hasta el muelle de Bartivás. Incluso Manolo “Manguita” actuó algunas veces de practico, mientras estaba haciendo la mili. Entraban para el caño, con viento de poniente y salían con viento de levante, siempre con la pleamar, única forma de garantizarse el no quedar varados en el fango.

En el muelle, que era pequeño, sólo cabían un par de estas embarcaciones, pues era necesario abarloarlas muy bien al muelle para poder cargarlas. Con la marea vacía, lo faluchos quedaban varados en el fango, llegando a formarse con el peso del barco una “cama”, en el lodo, con la forma de la embarcación, que a veces conservaba alguna cantidad de agua.

Los accesos, la carga, las mareas y los vientos hacían que todas estas operaciones fueran lentas y siempre necesitaran de días para cargar y volver a salir hacia el sur de Portugal.


¿SABÍAS QUÉ? 
  1. Haciendo pasar estos cogollos entre unos cilindros con púas se conseguían deshilachar sus fibras obteniéndose una especie de “estropajo”, que le llamaban y se llama en la actualidad “crin vegetal”. 
  2. Para su mantenimiento era necesario que la palma o el crin obtenido estuviera totalmente seco, pues con el agua o la humedad llegaba o “pudrirse” y en cantidades, se podía producir hasta una fermentación de sus componentes.
  3. Su uso era sobre todo para tapicería, formando los rellenos de los asientos en las sillas, sillones y sofás, tapizados. Con la llegada de la goma espuma, este uso queda reducido a alguna fiel restauración de algún sillón antiguo. 

sábado, 19 de noviembre de 2016

El Castillo del Iro: sello de piedra sobre el río

Vista del castillo, a la derecha de la Iglesia Mayor, en el lienzo de Franz Xavier Riedmayer.

Escasos son los restos de la fortaleza del río, salvo su alegoría como torre de oro sobre peñas en el escudo de la ciudad


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Pocos restos quedan de lo que fuera el castillo o fortaleza del Iro o Liro salvo su alegoría como torre de oro sobre peñas, tal y como aparece en el escudo heráldico de la ciudad, o formando parte del paisaje romántico del pintor Franz Xavier Riedmayer. Fue en 1303 cuando Fernando IV concedió a Alonso Pérez de Guzmán, El Bueno, el señorío de Chiclana con el deber de repoblarla y defenderla, mediante privilegio rodado con todos sus montes, fuentes, ríos, pastos, entradas y salidas. Y bien dice, “repoblarla”, si tenemos en cuenta que debió de ser abandonada por la población almohade precipitadamente, ante el avance cristiano. 

Esta alquería islámica estuvo situada en el lugar donde comenzaría a surgir la villa, el sitio más prominente y próximo al río, el que conocemos hoy como Cerro del Castillo. De ella quedaron como testimonio de su existencia, los restos de las viviendas, fabricadas con endebles muros de tapial, los silos o contenedores de alimentos y, posiblemente, los restos de una torre sobre la cual se construyó el Castillo del Iro. Este se describe como una fortaleza con barbacana sobre un río pequeño llamado Besilo, por el que salen los barcos navegando hasta la Bahía de Cádiz, tal y como nos la describe Pedro de Medina, cronista oficial de la Casa de Medina Sidonia, a mediados del XVI. La mayoría de las descripciones coinciden en que era una construcción pequeña y exenta. 

Restos arqueológicos de época almohada recuperados
en el cerro del Castillo, hoy en el Museo de Chiclana.

Según Luis Bravo de Lagunas, era una torre sin artillería, situada en un lugar abierto, muy cerca de la mar y donde podía desembarcar el enemigo, que la vio en un viaje de reconocimiento del sistema defensivo de la costa en 1577. Y Agustín de Horozco dice de él que era un mediano e inútil castillo, que estaba apartado de la costa más de media legua y al que se llegaba con muchas vueltas del río Sancti Petri con la marea. 

Para conocer su triste final contamos con el valioso testimonio de la escritora romántica que firmaba bajo el seudónimo de Fernán Caballero, Cecilia Böhl de Faber, que lo describe como “imagen de lo pasado”, “sello de piedra que ostentaba los archivos del pueblo”, “herencia de generaciones guardada por la comarca, como la momia de un vencido caudillo”, “aislada, abandonada, inofensiva y austera que tenía a sus pies el cementerio”. A su criterio fue demolida bajo el pretexto de que era una ruina, pero que hubiera sobrevivido en el tiempo mucho más que algunas construcciones más recientes. Resulta interesante destacar el sentido patrimonial tan acertado e innovador de la escritora para la época, destacando sobre todo el valor histórico, arqueológico y patrimonial que este tenía. Según Jesús Romero Montalbán, la torre sufrió grandes desperfectos durante la invasión francesa de Chiclana y fue definitivamente demolida porque ya no era más que escombros en 1813 por el propio ejército español. 


¿SABÍAS QUÉ? 
  1. Según cuenta la tradición la cúpula de la Iglesia Mayor se construyó con las piedras que se extrajeron de la demolición del Castillo.
  2. Existió en el Cerro del Castillo una alquería o poblado medieval de la que aparecieron numerosos restos en las excavaciones arqueológicas realizadas entre 2006-2011. 
  3. En 1806 la torre del castillo debía seguir en pie pues aparece dibujada en el óleo de Riedmayer. 
  4. La torre según algunos investigadores fue similar a la Torre de Guzmán de Conil.

sábado, 12 de noviembre de 2016

El arroyo de la Cueva

Terrenos por los que discurren los arroyos del Salado y de la Cueva.

El cauce del Iro sería la suma del arroyo del Salado, que aportaría el 60% del caudal, y el de la Cueva, en un 40%


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En mucha cartografía, al río Iro se le considera como una prolongación del arroyo del Salado, tal vez al considerar al Iro como aquel cuyo cauce se encuentra sometido a la influencia mareal.

Si así fuera, este punto en el que el arroyo del Salado se transforma en río, no se encuentra definido y no tiene fácil definición. A principios de los años ochenta, del pasado siglo, se inició un expediente de deslinde, para determinar hasta donde influyen las mareas, dentro del cauce del Iro. De este expediente lo único que hemos podido averiguar es que quedó inconcluso, hasta que se aportaran nuevos datos.

El arroyo de la Cueva se une al del Salado, muy cerca de la carretera a Medina Sidonia a la altura del cementerio mancomunado, aportando, en los días de lluvia y escorrentía, el cuarenta por ciento del agua que va a discurrir por el río Iro. Por esta razón, por la amplitud de su cuenca, todos los estudiosos del río coinciden en razonar o proponer que el río Iro es la suma de esos dos grandes afluentes. El arroyo del Salado que aporta el 60 por ciento del caudal y el de la cueva que lo hace en el 40 por ciento.

El estudio hidráulico realizado para la prevención de inundaciones y ordenación de las cuencas de la Janda, le asigna al arroyo una superficie de cuenca de 87,6 kilómetros cuadrados y esta se extiende hacia el sureste entre los términos municipales de Chiclana y Medina llegando sus estribaciones a los términos de Vejer y Cónil. 

Los primeros 9 kilómetros de este arroyo transcurren por terrenos de muy poca pendiente, sólo de un 2 por mil de pendiente media. Estos terrenos están sometidos a labores agrícolas que exigen las roturaciones de los mismos, por lo que en los casos de lluvia torrencial, muy usual en nuestra climatología de tipo mediterráneo, es mucha la cantidad de arrastres de tierras que aporta al río Iro. 

La parte final del arroyo, recoge aguas de las tierras mas altas y de pendientes medias que llegan al doble de las anteriores, en estos terrenos por los que discurre ya se encuentran mas cerros y menos terrenos de labor. Priman el pino y alcornoque, así como el monte bajo. Entre ellos se encuentran la finca Camila, donde pastan los toros de la ganadería de Torrestrella.

El arroyo de la Salinilla, que se une a éste de la Cueva a unos 9 kilómetros de su desembocadura en el Salado, se considera de cierta importancia, le corresponden unos 20 Kilómetros cuadrados, la cuarta parte de la cuenca total del de la Cueva y se adentra por unos terrenos de mayor pendiente en dirección este, buscando las cercanías de Medina ciudad, dentro de su término.


¿SABÍAS QUÉ?

  1. En este arroyo desaguan, a su vez, una gran cantidad de pequeños arroyos que solo se manifiestan en los casos de escorrentías importantes, algunos nombres: de los pilones, de pozo blanco, del Galindo, de la Nava, de la Zahurda, de la Navita, de la Rabanita, del alcornoque, del Obispo y otros. 
  2. Es en este arroyo donde se proyecta la ubicación de la presa contra avenidas que parece se ha estudiado su emplazamiento a unos dos kilómetros de su desagüe en el Salado. Sería una presa de tierras, con posibilidad de desagüe regulado y constante.
  3. Dentro de su cuenca se encuentran dos pequeños embalses que recogen agua, que sobre todo es utilizada para poder abastecer a las necesidades más de la ganadería que de la agricultura.
  4. La “cañada de la Asomada” recorre toda su cuenca en dirección norte sureste. Esta vía pecuaria, une la carretera de Medina Sidonia ( A-390 ), con el poblado de “Los Naveros”, pedanía de Vejer de la Frontera.

sábado, 5 de noviembre de 2016

El Iro romano: agua, tierra, fuego y aire

Ilustración sobre la organización comercial desarrollada en torno al río Iro.


La existencia de hornos en ambas márgenes del río es una muestra de la importancia que tuvo la industria alfarera


IRO XXI | CHICLANA

En pocas ocasiones el hombre ha vivido tan vinculado al río Iro como lo hizo en época romana, sobre todo hacia el cambio de era, entre los siglos I a.C. y I-II d.C., cuando Chiclana (Cappagum o Cipia, según Ceán Bermúdez; Baesippo, según Jerónimo de la Concepción; e Ituci para otros), pertenecía al Conventus Gaditanus. No podía ser de otra manera si del comportamiento del Iro, con sus subidas y bajadas (dependiendo de la marea) y sus periodos de estiaje y crecidas, dependía el destino de la empresa comercial. 

Por esta vía fluvial navegaban las embarcaciones, que cargadas de pesados contenedores cerámicos (hoy llamados ánforas) partían hacia las diferentes provincias del Imperio romano. En éstas se envasaban productos como las salazones, el garum, el vino, el aceite y otros muchos frutos que se obtenían en nuestra tierra. 

La existencia de gran cantidad de alfares y otras estructuras constructivas existentes en ambas márgenes del río y a lo largo de su recorrido, evidencian la importancia del mismo como vía de comunicación, comercio y transporte. Los alfares hallados en la margen izquierda como La Esparragosa, Cerro del Castillo (Calle La Plata, Calle Castillo y Calle Convento), Calle La Fuente, y en su margen derecha, como El Fontanal, Casa de Huertas, calle Sor Ángela de la Cruz y Carmen Picazo son claros testimonios de la actividad económica y productiva existente en esa época.

La posibilidad de utilizar la navegación fluvial como medio de transporte hacia el interior de la campiña y, en sentido contrario, hacia la Bahía de Cádiz, unido al hecho de la existencia de numerosos depósitos de arcillas, de muy buena calidad, en ambos márgenes del río, fueron factores que hicieron posible la proliferación de talleres dedicados a la producción de envases cerámicos estandarizados en la Chiclana romana que marcaron, sin duda, el desarrollo económico y urbanístico de la misma.

La importancia de la industria alfarera existente debió de ser notoria, si tenemos en cuenta que se conoce la existencia de hornos desde el Cerro del Castillo hasta la calle La Fuente e incluso al otro lado de río (calle Sor Ángela de la Cruz y Carmen Picazo). En definitiva, la producción de contenedores para el comercio nos desvela, de algún modo, la abundancia y, al mismo tiempo, la existencia de una organización comercial muy importante y desarrollada para la época. En base a estos argumentos algunos investigadores defienden que fue Chiclana uno de los ejes básicos de la industria salazonera, junto a Puerto Real y San Fernando, de la Bahía de Cádiz en época Imperial, si bien habría que tener en cuenta otros productos como el vino y el aceite.

El hallazgo de un potente muro, aunque de pobre factura, fechado en época tardorromana en la margen izquierda del río, en la Avenida de Reyes Católicos y la existencia de una calzada en las proximidades, nos hacen pensar en la existencia de unas instalaciones portuarias y un importante viario relacionado con esta industria alfarera. 


¿SABÍAS QUÉ?
  1. Por los ríos solían navegar embarcaciones pequeñas del tipo scapha, que además solían ser auxiliares de las naves mercantes y las de guerra, de casco redondeado, alta popa y movida con remos o slatta, de casco redondeado, fondo plano, también propulsada por remos.
  2. El Cerro del Castillo se convierte a partir de la época romana en una zona industrial, dedicada a la fabricación de diferentes vajillas cerámicas (cerámica común: tapaderas, lebrillos), sobre todo ánforas (desde el s. I a.C. (Dressel I, C2b) hasta el siglo II d.C. (Dressel 7-11, Beltrán IIA y IIB) y siglo III d.C. Dressel 14).
  3. Las ánforas suelen llevar marcadas o pintado el alfar del que proceden, el contenido y destinatario.
  4. En el Cerro del Castillo se conservan los restos de un horno romano de ánforas del siglo I d.C.
  5. En Roma existe un monte llamado Testaccio formado por fragmentos de ánforas que llegaron allí entre los siglos I-III d.C. La mayoría proceden de la Bética y algunas de Gades.
Leer en EL PERIÓDICO DE CHICLANA. Nº 71. Pág. 19

sábado, 29 de octubre de 2016

Una oportunidad perdida: la plaza ochavada

Ilustración del momento en el que Pedro de Alcántara Pérez de Guzmán presenta el proyecto.


En el siglo XVIII se presentó un curioso proyecto para crear ocho viviendas entre la Iglesia de San Telmo y Las Albinas



IRO XXI | CHICLANA

El siglo XVIII supuso para Chiclana el primer lanzamiento para la villa, aunque los problemas de abastecimiento de la ciudad fueron continuos. Tal vez la razón principal fue la falta de tierras para sembradura y la poca producción de trigo, que constantemente hubo de importarse desde poblaciones cercanas. También colaboraría a este problema el crecimiento continuo de la población que se duplicó durante el siglo.

No obstante, al principio de dicho siglo (en 1717), se produce el traslado de la casa de Contratación de Sevilla a Cádiz y comienza la adecuación de la villa de Chiclana para comenzar a ser “el desahogo y quitapesares de la gente rica de Cádiz”, como la definió en este siglo el historiador D. Antonio Ponz.

Cuando mediaba el siglo, en el año de 1752, y ejerciendo D. Pedro de Alcántara Pérez de Guzmán como XIV titular del ducado de Medina Sidonia, presentó al corregidor de la villa, don Alonso Valdés, un proyecto elaborado por el maestro-arquitecto de la Casa Ducal, con planos y presupuestos. Se trataba de facilitar la construcción de una serie de edificaciones de casas residenciales e institucionales que formaran una “Plaza Ochavada”, donde “las casas deben guardar uniformidad en la altura, suelo, balcones y ventanas, sin que ninguno pueda excederse en tomar o aprovecharse de más terrenos que el que se le señalase en las respectivas ocho fachadas, incluidas las de las Casas Capitulares”.

Llega incluso a detallar su emplazamiento, entre la Iglesia de San Telmo y Las Albinas, defendiendo y protegiendo los accesos al muelle que se encontraba en el “río Liro”.

A pesar de que el duque ya tenía una relación de posibles inversores y se estuvieron dando autorizaciones para construir por el Corregidor en aquella zona durante esos años, nunca llegó a contemplarse, de manera oficial, el proyecto de la plaza.

Es curioso además, que de lo investigado por Domingo Bohórquez, resulte que los documentos del proyecto de la plaza se encuentren sólo en los archivos de la Casa de Medina Sidonia y no se encuentre alusión alguna en las Actas Capitulares del Consejo de Chiclana de los años 1752 y 1753.

Tal vez de aquella presentación del proyecto no se llegó a ningún acuerdo. Podría haber sido el desacuerdo fruto de la no aceptación por el Consejo, en aquellos años empeñado en reconstruir el puente que destruyó la riada de 1740, al mes de su inauguración.

Al no encontrar financiación para dicha infraestructura que debiera de considerar prioritaria, vería imposible la viabilidad de construir unas nuevas Casas Consistoriales. O incluso algunos pudieran ver en aquel proyecto tan solo un negocio especulativo del Duque, aunque las tierras eran suyas y administradas por el Consejo.

Sea por la razón que fuera es clarificador que los problemas urbanísticos siempre han estado presentes sobre la mesa de los Ayuntamientos y algunas decisiones demuestran con el tiempo que hubo Corporaciones que pudieron pecar de sólo ver lo inmediato ignorando las ventajas que a largo plazo hubieran tenido para la comunidad.

Indudablemente fue una ocasión extraordinaria para haber conseguido ordenar la ribera del río en su prolongación de la Alameda. Una edificación de ese tipo, incluyendo las Casas Consistoriales, hubiera supuesto un cambio radical en la estructura urbana actual. Desde luego hubiera facilitado la creación del centro de la ciudad que tanto añoramos a veces.


¿SABÍAS QUÉ?
  1. Estas plazas tenían una planta formando un polígono irregular de ocho lados que se podía inscribir en un círculo. Su modelo provenía de Francia, donde la forma partía de un rectángulo al que al achatar las cuatro esquinas formaban los ocho lados.
  2. De haberse ejecutado el proyecto la plaza de Chiclana, esta hubiera sido la primera, en el tiempo. En Andalucía sólo existen dos una en Archidona (Málaga) construida entre 1780 y 1786 y la otra en Aguilar de la Frontera (Córdoba) terminada de construir en 1813.
  3. Ambas plazas se encuentran prestando sus servicios en la actualidad y dentro de cada una se encuentran sus respectivos Ayuntamientos. Hoy son un auténtico atractivo urbanístico que recibe infinidad de visitas turísticas.
Leer en EL PERIÓDICO DE CHICLANA. Nº 70. Pág. 19

sábado, 22 de octubre de 2016

Paisaje con candray al fondo


Estampa de un candray con las montañas de sal en primer plano y Chiclana al fondo.

Esta embarcación surcó el río Iro y los caños de Bartivás y Sancti Petri hasta bien entrado el siglo XX. Ha quedado como la embarcación típica y representativa de las salinas. Podían cargar hasta 20 lastres o casi 50 toneladas de sal


IRO XXI | CHICLANA

Los desplazamientos entre los núcleos urbanos y las explotaciones salineras de la Bahía de Cádiz se han hecho durante siglos a través de los caños. No había más remedio. También entre Chiclana y Cádiz. En esa travesía el río Iro fue una vía muy frecuentada, junto al caño de Bartivás y, sobre todo, el gran caño de Sancti Petri, que comunica con el interior de la Bahía. Para ello se usaban embarcaciones de corto calado que servían al mismo tiempo para transportar las cosechas de sal y para llevar a Cádiz y a su puerto, además, botas de vino para el comercio con América. La más popular y frecuente de esas embarcaciones –especialmente, durante el “furor salinero” del siglo XIX– fue el llamado candray, una barcaza construida en madera de roble y de encina, entre 18 y 20 metros de eslora, cinco de manga y uno de puntal. Tenían una doble proa que le permitía navegar en ambos sentidos y una llamativa vela latina. Este candray –aglicismo que proviene de “candry”, lata seca, nombre que recibían en Gran Bretaña los barcos de pesca de aguas de muy poca profundidad– se adaptó perfectamente a la Bahía de Cádiz, donde servía para múltiples menesteres, pero ha quedado en la memoria como la embarcación típica y representativa de las salinas.

Cuando ya el tráfico a través del río Iro era bastante complicado por el nulo calado, en el apartadero de Bartivás, por ejemplo, en los años 30 aún era frecuente ver candrays que venían desde Portugal para volver llenos de sal y que, ya de paso, completaban la carga con uva rey para verdeo, es decir, para su consumo como fruta. Algunas estampas y la memoria de los salineros han dejado constancia de cómo se hacía esa “cargá” de sal en los candray, que pese a su aparente ligereza podían transportar perfectamente en torno a 48 toneladas o 20 lastres, que es una vieja medida de volumen anterior al sistema métrico decimal que los salineros han conservado y aún usan. Es una medida de capacidad, y no de peso, que corresponde a 48 fanegas. Y una fanega sería 55,5 litros, según la medida de áridos habitual en Castilla, o el equivalente a 112 libras castellanas, aproximadamente 50 kilos de sal. Aunque los salineros, hacían la cuenta más simple aún. El número de parihuelas con las que se cargaba la sal daba la medida del cargamento: una parihuela enrasada equivalía a una fanega en 1766. Aunque ya en el siglo XIX, los salineros daban por hecho que treinta y tres parihuelas, aunque evidentemente ya sin enrasar y haciendo montón, equivalían a un lastre. Es decir, a unos 2.400 kilos.

La frecuente y constante demanda de sal hizo que un gran número de estos candrays surcaran los caños, hasta el pie mismo de los saleros, que es como se llaman las mal denominadas “pirámides” de sal, habitual en el paisaje salinero de la Bahía de Cádiz. De ahí al apartadero o embarcadero se llegaba al candray a través de dos tablones. Y hay que tener en cuenta que para cargar un candray con 20 lastres se necesitaban, aproximadamente, 660 cargas de esas parihuelas tipo cajón con cuatro maniguetas y una paciencia infinita.


¿SABÍAS QUÉ…?
  1. El barqueo intermedio y obligado, entre la salina y los grandes barcos atracados en el muelle de Cádiz era una cuestión de la máxima importancia, pues suponía una parte muy importante de los costos de producción o venta de la sal. 
  2. La tripulación de un candray constaba de un patrón y tres o cuatro marineros y su movilidad se la suministraba una sola y grande vela del tipo latina.
  3. Las salinas se clasificaban según la dificultad y el gasto que originaba su carga en: “salinas que podían cargar en todo viento y marea”, “salinas que podían cargar en todo viento y marea, excepto fuerte viento de levante”, “salinas a las que podía arribarse con cualquier viento, pero no todas la mareas”, “salinas en las que podía cargarse con todo viento y levante flojo en la primera punta del aguaje”, “salinas cuyos caños solo eran accesibles con ciertos vientos y mareas” y, finalmente, “salinas con problemas de accesos variados a sus caños”.
  4. Los candrays en su última época ya en el siglo XX, también sirvieron para transportar la arena que se dragaba en el caño de Sancti-Petri y descargaban junto al estribo del puente Suazo en San Fernando.
Leer en EL PERIÓDICO DE CHICLANA. Nº 69. Pág. 19

sábado, 15 de octubre de 2016

El Gadir fenicio de Chiclana


Recreación de la ciudad fenicia por Díaz de la Torre.


Una descripción de los restos arqueológicos fenicios hallados nos sumerge en los orígenes de la ciudad


IRO XXI | CHICLANA

Acerca de los orígenes de Cádiz, las fuentes clásicas, concretamente Estrabón, nos dice lo siguiente: “Sobre la fundación de Gádeira, he aquí lo que dicen recordar los gaditanos: que cierto oráculo mandó a los tirios fundar colonias en las Columnas de Hércules… En la tercera expedición fundaron Gádeira en el lugar en el que acabó su viaje: el templo fue construido al oriente de la isla, la ciudad al occidente". El templo se supone que estuvo en los alrededores del Castillo de Sancti Petri, por la cantidad de objetos arqueológicos importantes que han aparecido y la ciudad Gadir, se sabe que es la actual Cádiz.

Recientemente, gracias a la arqueología sabemos que existieron otras fundaciones fenicias en la Bahía de Cádiz, como es el caso de Chiclana. Desconocemos el nombre antiguo de este asentamiento, pero la lectura detenida de alguno de estos relatos, concretamente la Ora Marítima de Avieno, nos permite platear la hipótesis de que quizás se trate del castillo de Gerión. En cualquier caso, a la luz de los restos aparecidos, la descripción de mano de estos antiguos geógrafos, podría haber sido la siguiente:

…Y en un promontorio junto a la costa, dominando un amplio río que se dirige a los bosques tartesios, los fenicios fundaron otra ciudad y la dotaron de una potente muralla, a la que se accedía por una estrecha puerta, flanqueada de altas torres, de base pétrea y adobes. Construida como saben los cananeos, tenía doble muro y cajones rellenos de arena amarilla, que abundaba en el lugar. Su robustez desafiaba el paso del tiempo y el envite de los arietes. La construyeron los mismos alarifes que habían trabajado en la construcción del templo de Jerusalén. La mano de obra fue del lugar, e hizo falta mucha piedra y empleo de adobes para terminarla. Dicen que se construyó al poco tiempo de llegar a Gadeira y fundar el templo de Melqart.……...el barrio de mercaderes se encontraba en el interior de la ciudadela y en él convivían distintas tribus, cada una de las cuales contaba con su propio barrio. Las casas eran bajas y de techos planos. Las plazas y calles, algunas empedradas, suficientemente anchas para permitir el paso de los carros, separaban un barrio de otro y se convertían en lugares de encuentro porticado. 




…El olor a comida de los fogones y a tortas de cereal de los humeantes hornos tunnur, convertía el ambiente en algo entrañable y familiar. Los niños corrían mientras jugaban por la calle, tropezando indiferentes con las mujeres que se dirigen al Karum o mercado donde se agrupan los talleres artesanales. Los mercaderes ofrecen productos de primera necesidad, como trigo, cebada, vino, aceite, sal, pescado, salazones; pero también preciados y exóticos, como joyas, oro, plata, cobre, marfil, pasta vítrea, huevos de avestruz. Las valiosas telas, con sus preciosos tonos púrpura, teñían de color y elegancia el desorden del bullicio. 


…En el puerto fluvial, al amparo del viento de levante, descansa la flota amarrada al muelle de madera. Los grandes barcos mercantes relucientes y calafateados con negro betún, ocultan los inquietos hippoi, que se preparan para el próximo viaje a tierras de Canaán.

¿SABÍAS QUÉ?

  1. Los fenicios llamaron Gadir a Cádiz por tratarse de un lugar fortificado, amurallado. Así que Chiclana también es otro Gadir. De ahí que los griegos al referirse a las fundaciones fenicias en el archipiélago gaditano las llamaran Gadeira, en plural. Rufo Festo Avieno fue el poeta latino del siglo IV a.C que escribió la Ora Marítima, basándose en periplo griego del siglo VI a.C., y que dice que “frente al cabo del templo, estuvo el Castillo de Gerión”.
  2. La muralla, por ser del tipo de las que se denomina “de casernas”, es de las más antiguas descubiertas en la Península Ibérica junto a otra de Alicante. 
  3. El templo de Melqart, dios del comercio, rey de la ciudad y protector de la ciudad, que se supone estuvo en las inmediaciones de Sancti Petri, es, según las fuentes, la fundación fenicia más antigua de Occidente, aunque los restos arqueológicos más antiguos aparecidos hasta el momento están en Huelva.
  4. El Yacimiento Arqueológico del Cerro del Castillo está protegido como Bien de Interés Cultural (BIC), no por su importancia, sino porque en la zona estuvo situado el Castillo del Iro.
  5. La conferencia inaugural del II Master de Patrimonio, Arqueología e Historia Marítima, que tendrá lugar el próximo 13 de Octubre de 2016 estará dedicada al yacimiento del Cerro del Castillo, su descubrimiento y futura puesta en valor.
Leer en EL PERIÓDICO DE CHICLANA. Nº 68. Pág. 19