sábado, 26 de noviembre de 2016

Los cogollos de palma y Bartivás

Recreación de lo que fuera el muelle de Bartivás, desde donde salían faluchos
con cogollos de palma hacia Portugal.

Durante el siglo XX salían, desde el muelle situado donde hoy está una de las naves de Mármoles Bolaños y Muebles Sayma, faluchos cargados de cogollos de palma directos para Portugal cuando el río Iro era navegable


IRO XXI | CHICLANA
Fue , sin dudas, el último servicio como vía de navegación y transporte de mercancías que nos hicieron el humilde río Iro, en su parte mas baja, y el aún más modesto caño de Bartivás. Desde el muelle que detenta este último caño y durante muchos veranos hasta finales de la década de los sesenta, durante el siglo XX, salieron hacia Portugal una gran cantidad de cogollos de palma.

A partir del 4 de Mayo, fecha en la que entonces se celebraba la feria de Medina, comenzaba la salida de los trabajadores al campo, a la siega del trigo y la cebada, a cosechar las habas, y muchos se movían entre cañadas y descansaderos en busca de palmares o palmaretes para sacar los cogollos de los palmitos. Estas hojas de la palmitera se extraían tirando hacia fuera mediante una tijera que terminaba no en punta, sino en dos especie de orejeras, que en vez de cortar atrapaban el tallo. De esa manera no se dañaba al palmito que podía producir mas palmas los años siguientes. Se llegaban a recoger hasta en los términos municipales de San Roque, además de en Medina y Alcalá de los Gazules. Con los cogollos se hacían unas alpacas o “bucinas” y se transportaban en mulos o carros hasta una finca que tenían “los portugueses” frente al acceso a Bartivás, en la carretera de San Fernando, donde hoy se encuentran unas naves de Mármoles Bolaños y Muebles Sayma.

En dicha finca se extendían las hojas de palma, con el fin de secarlas al sol. Mediante chimbiris, y cada unos días se les daba la vuelta para secarlas por las dos caras. Una vez secas y empaquetadas, formando nuevamente alpacas, se transportaban al muelle de Bartivás y en él mediante unos tablones que colocaban entre la embarcación, faluchos, y el borde del muelle, se iba llenando la bodega del barco con estas alpacas de palma que se desplazaban mediante unas parihuelas y dos hombres.

Estas embarcaciones llamadas faluchos, tenían entre 16 a 18 metros de eslora y unos cinco metros de manga y aunque podían, moverse con un pequeño motor, la navegación la hacían a vela, mediante una gran vela latina.

Llegaban, siempre costeando, desde el sur de Portugal hasta Sancti-Petri. En el muelle del consorcio hacían escala, y embarcaban a un señor al que llamaban “el sordo” que les hacía de practico en el acceso hasta el muelle de Bartivás. Incluso Manolo “Manguita” actuó algunas veces de practico, mientras estaba haciendo la mili. Entraban para el caño, con viento de poniente y salían con viento de levante, siempre con la pleamar, única forma de garantizarse el no quedar varados en el fango.

En el muelle, que era pequeño, sólo cabían un par de estas embarcaciones, pues era necesario abarloarlas muy bien al muelle para poder cargarlas. Con la marea vacía, lo faluchos quedaban varados en el fango, llegando a formarse con el peso del barco una “cama”, en el lodo, con la forma de la embarcación, que a veces conservaba alguna cantidad de agua.

Los accesos, la carga, las mareas y los vientos hacían que todas estas operaciones fueran lentas y siempre necesitaran de días para cargar y volver a salir hacia el sur de Portugal.


¿SABÍAS QUÉ? 
  1. Haciendo pasar estos cogollos entre unos cilindros con púas se conseguían deshilachar sus fibras obteniéndose una especie de “estropajo”, que le llamaban y se llama en la actualidad “crin vegetal”. 
  2. Para su mantenimiento era necesario que la palma o el crin obtenido estuviera totalmente seco, pues con el agua o la humedad llegaba o “pudrirse” y en cantidades, se podía producir hasta una fermentación de sus componentes.
  3. Su uso era sobre todo para tapicería, formando los rellenos de los asientos en las sillas, sillones y sofás, tapizados. Con la llegada de la goma espuma, este uso queda reducido a alguna fiel restauración de algún sillón antiguo. 

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