jueves, 31 de marzo de 2016

De Cádiz a Chiclana por el río Iro

La vía de comunicación más importante entre Chiclana y la Bahía gaditana fue, durante siglos, el propio cauce del Iro


Recreación de la actividad en el Iro durante el cambio del siglo XVIII al XIX. 

IRO XXI | CHICLANA
Nos parece trágico o al menos lamentable que si el Iro fue muy utilizado como un importante medio de comunicación, casi el único en muchos años, entre Chiclana y Cádiz y que siendo esta vía de penetración claramente el origen del desarrollo de la villa, no quede, en la actualidad, ninguna constancia física a lo largo de su cauce e incluso haya desaparecido del conocimiento o de la memoria de casi todos los chiclaneros este importante hecho.

Ya a principios del siglo XVI, Pedro de Medina, matemático y cosmógrafo además de clérigo al servicio de la Casa de Medina Sidonia, en su libro "Crónicas de los duques de Medina Sidonia", describía a la villa de Chiclana, en su situación de antes de 1510, de la siguiente manera: “La villa de Chiclana está asentada en la ribera de un río pequeño que los antiguos llamaron Besilo, por el cual salen los barcos navegando desde dicha villa hasta la bahía de Cádiz”.

Más de trescientos años después de aquella descripción sobre Chiclana y su río, es el Conde de Maule, el que al publicar, en el año 1813, el tomo XIV de su obra “Viaje de España, Francia e Italia”, nos explica la situación de la villa con detalle: 
“Concluida nuestra visita del arsenal de la Carraca, nos dirigimos al caño de Saporito, donde nos embarcamos en un falucho para ir a Chiclana. Luego se sale de Saporito se pasa a la izquierda el río Santi Petri, que va al puente y bahía de Cádiz…, al canal que en esta parte toma más extensión y llaman la contra marea. A continuación se entra en el caño que llaman de Chiclana; Machín queda a la izquierda. Si lo hondaran y dieran toda su dirección por Machín, se ahorraría en su vuelta un quarto de hora. Más adelante, en el torno Cabezudo, se ha llenado el caño de fango con las avenidas del año pasado de 1800. Si no cuidan de limpiar el caño se cegará enteramente… El pequeño río que baxa por esta parte se une con las aguas del mar, porque la marea llega hasta arriba de Chiclana dividiendo parte de su población; bien por haberse llenado de arenas ya no suben los barcos tan arriba y han tomado para su manejo el caño que va de Saporito a Bartibás”.

Barco draga a la altura de la depuradora
en los años ochenta. 

A finales del siglo XIX, cuando la filoxera ya había arrasado los viñedos de Francia y aquí aun no había llegado el nefasto insecto, desde el embarcadero de Bartibás salieron muchas botas y bocoyes de vino con destino al mermado mercado francés.

El último servicio que prestó este muelle fue para embarcaciones portuguesas que venían a recoger grandes cantidades de cogollos de palma, que se recolectaban y secaban en toda la zona, hasta Medina Sidonia, el negocio de la palma duró hasta entrada la segunda mitad del siglo XX. Estas embarcaciones, aun sin cargar, aprovechaban la pleamar e iban río Iro arriba hasta la fuente (situada hoy junto al Pico de Oro) para tomar agua.


¿SABÍAS QUÉ...?

  1. El catastro de Ensenada (1750-1754) recoge que Chiclana, en esas fechas, contaba con “cincuenta y ocho embarcaciones que navegan desde esta villa a la ciudad de Cádiz y demás poblaciones circunvecinas...”.
  2. La situación del embarcadero en el río Iro debió de estar siempre en la margen izquierda del río (El Lugar), entre la actual peña de Amigos del cante y el puente Séptimo Centenario.
  3. En el trayecto hacia la Bahía de Cádiz, en la unión de los dos caños, el de Sancti Petri con el de Chiclana (río Iro), los vientos se hacían sentir con fuerza. En ocasiones, los remolinos que formaba el vendaval conseguían volcar las embarcaciones.
  4. El puente Zuazo, ya en la Isla y sobre el caño de Sancti Petri, paso obligado en dirección a la bahía gaditana, tuvo hasta principios del siglo XX el tramo central levadizo para permitir el paso de los palos de las embarcaciones. 
  5. En la actualidad, con la pleamar, suben algunas embarcaciones hasta las cercanías de la depuradora, con la intención de realizar una carga especial o proceder a su reparación.

jueves, 17 de marzo de 2016

El río "puercachón"

Chiclana no contó con red general de agua corriente hasta 1966, a partir de ese momento, el Iro se convirtió en una enorme cloaca en pleno centro de la ciudad, ya que las canalizaciones de aguas residuales se dirigían hacia el río

 
En muchas ocasiones el río adquiría un color morado-rojo. Foto: Pedro Leal

IRO XXI | CHICLANA
Los treinta años entre 1950 y 1980, fueron los peores para el río Iro a lo largo de toda su historia, fue el período en el que peor lo tratamos. Durante esos lustros fue adquiriendo su mayor desprestigio al desprender, sobre todo en verano, los más desagradables e insalubres olores. Tanta pestilencia emanaba de sus sucias aguas, que la ciudad se fue haciendo tristemente célebre debido a lo insoportable de sus olores. Llegó a ser más conocida y distinguida Chiclana por el hedor que desprendía y se soportaba al cruzarla, que por cualquier otra circunstancia. La desagradable fama se veía más propagada por los miles de usuarios de la carretera nacional Cádiz-Algeciras y su importante tráfico, que aun cruzaban la ciudad y el río por el puente grande. 

Chiclana no contó con red general de agua corriente, hasta 1966, con anterioridad eran muy pocas las casas que la tenían y siempre gracias a pozos y motores, individuales por vivienda, que elevaban agua a depósitos en la azotea. Los primeros recipientes eran de cerámica vidriada, como los lebrillos lebrijanos.

Lógicamente fue a raíz de que ya contábamos con agua corriente, cuando la aportación de aguas residuales al río se incrementó considerablemente. La salida de estas aguas tan contaminadas, a través de las conducciones, madronas, iban directamente hacia el río, vertiendo para mayor contrariedad en su tramo más urbano, con lo que el río se fue transformando en una inmunda cloaca, en el mismo centro de la ciudad.


Manifestación en demanda de la limpieza
del río en el año 1980. Foto: Pedro Leal

La gran riada de octubre de 1965, al arrastrar tantas tierras y depositarlas en las zonas mas bajas, colmató de fangos, piedras y troncos de árboles el cauce a su paso por la ciudad. Solo las mareas muy altas conseguían limpiar algo el infectado cauce.

Tanta cantidad de materia orgánica en la poca agua que el río desplazaba en verano, llegaba a consumir todo el oxígeno disuelto en ellas, con lo que el riachuelo se transformaba en un medio imposible para la vida de peces, moluscos y crustáceos y al faltar estos, tampoco aparecían ninguna de las aves marismeñas.

En muchas ocasiones el río adquiría un color morado-rojo, debido a que en el proceso de transformación de tan alta cantidad de materia contaminante se producía la putrefacción de las escasas aguas, apareciendo los malos olores de compuestos de azufre y la aparición de bacterias del genero Chromation, catalizadores de este proceso que le aportaban el llamativo color.



¿SABÍAS QUÉ...?

  1. Fue nuestro paisano Fernando Quiñones el que en aquellos tristes años “bautizó” al Iro como el río puercachón. Lo hizo dentro del relato “Todo un verano para el Padre Alfonso”, incluido en su último libro de relatos, “El coro a dos voces”. 
  2. La actual calle Caraza, desde el río hasta la calle Ayala, era un caño, en el que influían las mareas y acogía todos los vertidos de la zona, incluso el de la fábrica de alcohol. Esta situación del “caño de la peste” duró hasta finales de los años sesenta del pasado siglo. 
  3. Muchos achacaban el color que aparecía el río a los vertidos de la fábrica de Marín y de la alcoholera, cuando en realidad era la suma de tantísimos residuos orgánicos. 
  4. Aquella situación de cloaca infecta parece que abrió una veda, todo se tiraba al río, ya fueran lavadoras viejas o el más raro de los contaminantes. Tristemente era célebre el tirar con un canasto a los gatitos, no deseados, recién nacidos. 
  5. La situación era tan grave, que dio motivo a la primera gran manifestación popular en demanda de la limpieza del río, en el año 1980. 
  6. Tanto se popularizaron los olores desprendidos por el río, que en el lenguaje de signos, oficialmente y según la escuela de intérpretes, el gesto que representa la palabra y ciudad “Chiclana” consiste en taparse la nariz. 

jueves, 10 de marzo de 2016

El río y el miedo

Parece ser que el río cuelga la maldición del año 1965, de la Riada del 19 de octubre, y esta ciudad le ha dado la espalda, pero se quiera o no, Chiclana nace junto al Iro. Este último nunca necesitó de una ciudad para justificar su existencia


Una de las últimas inundaciones acaecidas en la zona, en el año 1996. Foto: Pedro Leal

IRO XXI | CHICLANA
Nunca es fácil luchar contra los fantasmas y menos cuando son colectivos. En el caso de Chiclana, es difícil olvidar las imágenes (en blanco y negro) de barcas navegando por la Alameda, la calle de La Vega y el río, o ría, extendido y desbordado sobre la ciudad.

Imágenes que sirven para “celebrar” el aniversario de la riada en lugar de mirar hacia adelante, una “exaltación de la catástrofe” que poco tiene que ver con la realidad, unas aguas que se adueñan de los terrenos que siempre fueron suyos, y que era parte de su cauce. Nada comparable a verdaderas catástrofes que sirven de modelo para ese cine que reproduce hasta el peor de los desastres y lo aumenta… pero eso es cine y “arte”, o eso dicen.

Seamos claros: no hubo ni un solo muerto. Sí que hubo daños y muy cuantiosos; pero si fuera por datos objetivos una simple gripe da lugar a más mortalidad, y no dejamos que eso nos acobarde, convivimos con la enfermedad y aceptamos el riesgo. Hay que vivir.

Confluenca de las calles La Vega y La Fuente. Foto: Archivo Municipal

¿Qué espera Chiclana de su río? La respuesta está más llena de temor que de esperanza, pero no se siente el mismo temor viviendo en “Los Pantanos”, “La Rana Verde”, “Las Lagunas”… (fíjense sólo en los nombres, no parece que auguren un futuro alejado del agua).

Parece ser que del río cuelga la maldición del 65 y esta ciudad le ha dado la espalda, pero se quiera o no, Chiclana nace junto al Iro. Este último nunca necesito de una ciudad para justificar su existencia.

Se puede renegar de este origen, y en ocasiones es necesario, pero el caso de Chiclana no es único, muchas ciudades conviven con ríos y reconocen el valor del mismo, sin embargo, saben que éste demandará su cauce y actúan en consecuencia, incluso se trabaja con plazas y parques inundables, porque saben que está en la naturaleza del río desbordarse.

Aquí se sigue anclado en el drama de esas imágenes y de su destrucción. Tengan el convencimiento de que no será la última, pero es necesario comprender que el río sirvió para que Chiclana naciera y que su vida, por más que enrabiada le dé la espalda, está ligada al río.


¿SABÍAS QUÉ...?

  1. Las riadas mas aparatosas ocurridas en los últimos tiempos sucedieron en: diciembre de 1920, junio de 1930, octubre de 1965, diciembre 1996 y marzo de 2010. En 1920, Chiclana contaba con 12.000 habitantes y 80.000 en 2010.
  2. La catástrofe de 1920 originó un muerto, se llamaba Gabriel Piñero Botosi. Era cocinero de la fonda de Custodio, de la que no pudo salir sorprendido por la riada, estaba situada en la calle Jardines, junta a la iglesia de San Sebastián.
  3. La inundación de 1965 arrasó las oficinas de las dos únicas sucursales bancarias, existentes entonces en la ciudad, muchos esperaban que hubieran desaparecido sus deudas o perdido su dinero.
  4. La capacidad de evacuación del cauce del río Iro, a su paso por la ciudad, es hoy sobre el doble de la que tenía en 1965, es decir puede aliviar dos veces la cantidad de agua que provocó aquella inundación. 

jueves, 3 de marzo de 2016

Una ciudad fenicia sobre el río Iro

El río chiclanero ha acompañado siempre a la ciudad a lo largo de su historia. Desde la época prehistórica, sucesivas civilizaciones han sabido beneficiarse de las bondades que ofrece este testigo histórico de la vida chiclanera



IRO XXI | CHICLANA
Hace tres mil años nuestro río, el Iro, era muy diferente a como lo conocemos hoy. Las investigaciones demuestran que los fenicios cuando llegaron a nuestras costas vieron un paisaje muy distinto al actual.

En la Antigüedad el Iro desembocaba aproximadamente en lo que hoy es la Plaza de España, más o menos donde hoy se encuentra el Puente Grande, entre dos elevaciones  que flanqueaban su desembocadura. Una de ellas estaba en la margen derecha, en la colina donde hoy se encuentra la Parroquia de San Sebastián, y la otra, en la margen izquierda, en el que hoy llamamos Cerro del Castillo. Ambos fueron puntos estratégicos para el control de entrada y salida de las embarcaciones por esta vía natural que se adentraba en la campiña gaditana.

Por entonces, el agua del mar llegaba hasta la base de estos cerros, configurando la antigua línea de costa. Con la subida de la marea, el agua se adentraba vertiente arriba, a través de un amplio cauce, que daba paso a una amplia ensenada, lugar al resguardo de vientos y mareas idóneo para atracar y varar los barcos, donde debió de estar el puerto.  Esta situación estratégica explica que el Cerro del Castillo fuera elegido como lugar de asentamiento desde la Prehistoria Reciente, concretamente en época tartésica, como evidencian los restos de un poblado de cabañas construido con juncos, eneas y barro.

Fue a este poblado al que llegaron los fenicios que comenzaron a frecuentar la Bahía de Cádiz, hacia el siglo IX a.C., según los testimonios arqueológicos, y 1200 a.C. según las fuentes clásicas, y que tras una serie de contactos decidieron establecerse en Chiclana. Aquí podían abastecerse de los ricos productos que daba la tierra y que eran tan necesarios para sus largos viajes por el Mediterráneo de vuelta a su tierra, a Oriente. Su dominio político y económico sobre los alrededores debió ser tal que decidieron construir una fortificación en el Castillo y un templo, a su dios Melqart, protector de la ciudad, del mar, de los navegantes y del comercio, en algún lugar del entorno de Sancti Petri.

En el interior de la fortificación fenicia del Castillo, se conservan restos de la ciudad formada por casas y almacenes, con características arquitectónicas y urbanísticas muy desarrolladas para la época. Calles estrechas, canalizaciones de agua, hornos de pan, hornos de fundición de metal, molinos, etc. En el interior de estas dependencias permanecen aún los ajuares domésticos como vajillas y otros enseres, además de los recipientes que utilizaron para el envasado y transporte de aquellos productos que comerciaron por el Mediterráneo. 


¿SABÍAS QUÉ...?

  1. Septiembre de 2006, una excavación arqueológica en el cerro del Castillo revela la presencia de una ciudadela amurallada de origen fenicio, que revoluciona el conocimiento, que se tenía, sobre los fenicios y Gadir. 
  2. Los restos constructivos hallados permiten hablar de la existencia de una ciudad en toda regla, por la racionalización y ordenación del espacio y la funcionalidad de elementos existentes como canalizaciones de agua. 
  3. La ingente cantidad de fragmentos cerámicos recuperados en el interior de las viviendas, permiten conocer los utensilios utilizados. En el museo de Cádiz se encuentra una hermosa tinaja (phitos) del siglo VI a.de.C. procedente de esta excavación. 
  4. Hoy, casi 10 años después, seguimos a la espera de un Plan Arqueológico, financiado, que complete y ponga en valor tan importante yacimiento para la sociedad en su conjunto y especialmente para la chiclanera. 

Leer en EL PERIÓDICO DE CHICLANA. Nº 40. Pág. 19

Próximas publicaciones

Una serie de artículos sobre el río Iro que pretende la divulgación del río en toda su magnitud 


IRO XXI | CHICLANA
Gracias a la apuesta por la promoción de los valores de la ciudad de "El periódico de Chiclana", este grupo comenzará a publicar un serial de artículos en ese medio, que posteriormente se incluirán en este blog. Se tratarán de unos textos didácticos sobre la historia del río Iro y de su entorno, desde el Neolítico hasta la actualidad; la diversidad medioambiental con su flora y fauna, así como las marismas y los esteros; un recorrido arquitectónico por el tramo urbano, sus puentes (los actuales, los derribados y los proyectos), así como un sinfín de anécdotas y curiosidades. La primera entrega será sobre el mundo fenicio.

Presentación

Una corriente que apuesta por un río Iro cultural, artístico, histórico y medioambiental


El grupo Iro XXI está formado por profesionales y expertos en diferentes áreas del conocimiento,
que comparten su pasión por el río. Foto: El Periódico de Chiclana

Se trata de un ambicioso grupo que busca divulgar el conocimiento sobre el río, su relación con Chiclana y recuperarlo para la ciudad


L. ROSSI | EL PERIÓDICO DE CHICLANA
En los últimos meses se ha recordado la devastadora potencia del río Iro a su paso por Chiclana. Se han recordado esos 50 años que han pasado desde la catastrófica riada de 1965, viendo el río como un peligro latente, un Vesubio dormido que pueda estallar en cualquier momento, al que siempre se le da la espalda.

Desde hace un tiempo, se reúne asiduamente un grupo de chiclaneros, nativos y adoptivos, en torno a una misma pasión: el río Iro. Un río de oportunidades que fue el motivo principal por el que estos hombres y mujeres han decidido unirse para mostrar las bondades de la corriente de agua que transita por Chiclana, o que Chiclana transita por el río, según la perspectiva histórica.

Y es que Iro XXI, nombre con el que se hacen llamar, muestra el río desde diferentes puntos de vista. El histórico, con la cultura fenicia, romana y musulmana: la versión medioambiental, con la diversidad de fauna y flora que poseen las aguas que nacen del río Salado para desembocar en el caño Sancti Petri; la arquitectura y el espacio natural en el tramo urbano, con especial dedicación a los puentes; la economía sostenible, el Iro como un medio de vida con futuro y como un canal de comunicación más, entre otros puntos de vista. 


Un atardecer en el río Iro. Foto: Pedro Leal

El objetivo es "divulgar el conocimiento sobre el río lro y su relación con Chiclana", como relatan desde el grupo, con el firme propósito de "recuperar el río para la ciudad". En definitiva, se trata de una oportunidad en suma "para concitar la reflexión" de las administraciones y "para establecer unas bases sobre las que ir apoyando propuestas concretas de actuación, de reflexión científica y técnica sobre los problemas detectados y alternativas eficaces para su solución". 

La potencia de este grupo radica en aglutinar gentes diversas, lo que hace que adquiera un carácter cultural muy rico y pueda, entre otras cosas, alcanzar los objetivos de manera más directa. Un grupo ambicioso que, más allá del romanticismo de haber vivido intensamente la historia reciente de este río, busca dar a conocer las oportunidades que ofrece el Iro en todo su ámbito y desde distintas perspectivas.


Leer en EL PERIÓDICO DE CHICLANA. Nº 40. Pág. 18