domingo, 26 de marzo de 2017

El Iro andalusí y la Cora de Sidonia

Un anafe de época almohade.

El río siguió siendo bajo la dominación musulmana un importante vía natural de acceso, comunicación y transporte entre la costa de Sant Batar (Sancti Petri) –punto intermedio de atraque entre Algeciras y Sevilla, según el geógrafo al-Idrisi– y la campiña.


IRO XXI | CHICLANA

En el glosario de acontecimientos, historias, anécdotas, imágenes y otras muchas cuestiones relativas a nuestro río, faltaba hablar de aquellos siglos que Domingo Bohórquez denominó “oscuros”, debido a la falta de documentos y a la existencia de escasos restos arqueológicos. Estos corresponden al periodo de tiempo que en Chiclana transcurre entre la Antigüedad Tardía y el Medievo. Solo el paso del tiempo y el desarrollo de diferentes investigaciones hanpermitido recabar datos para ir hilvanando la historia del Iro andalusí. 

Por aquella época, Chiclana pertenecía a la Cora de Sidonia que, como gran parte de la provincia de Cádiz, formaba parte de la nueva ordenación político-administrativa de Al Andalus y surgió con la invasión del Islam. En ella destacaban ciudades preislámicas importantes como Jerez, Cádiz, Medina Sidonia, Arcos, Calsena y algunos centros menores o aldeas llamados iclim, relacionados con algún castillo o población destacada. 

Un candil, también almohade.
El Iro, según los testimonios de la época, sigue apareciendo como lo había hecho hasta entonces, como importantevía natural de acceso, comunicación y transporte entre la costa y la campiña. De ahí que la desembocadura del caño de Santi Petri, el denominado estrecho de Sant Batar, sea mencionado en el siglo XII por el geógrafo ceutí al-Idrisi como punto intermedio de atraque entre Algeciras y Sevilla. El precio almohade hallado en la playa de Lavaculos sería uno de tantos barcos que surcaron el mar y se adentraron por el río Iro.

Además, la existencia del río marca la organización del territorio y la distribución del poblamiento. Las principales aldeas o explotaciones rurales halladas, las de la Mesa y El Castillo, se localizan en la margen izquierda del mismo, en puntos estratégicos o promontorios que dominan el entorno, rodeado de ricas tierras de labor, muchas dedicadas a cultivos de secano y otras de regadío, caso de las huertas.

Ilustración de un barco de época omeya.

Las investigaciones arqueológicas realizadas permiten hablar de un importante poblamiento almohade, que puede situarse cronológicamente entre el siglo XII y XIII d.C., cuya razón de ser no es otra que la explotación agrícola-ganadera de las ricas tierras de labor de la vega del río, cuyos campesinos dependientes del estado islámico, cumplirían con la tributación o renta impuesta.

En las excavaciones se ha observado la existencia de torres, viviendas, silos o depósitos de almacenaje, vajillas cerámicas de cocina y de mesa, además de restos de animales (ovejas, vacas, cabras), peces y mariscos. La cantidad de monedas recuperadas (dírhems) parecen ser el testimonio fehaciente de la importancia de estas aldeas como lugares de producción, almacenaje, redistribución y transporte. 


¿SABÍAS QUÉ?
  1. Las vajillas cerámicas recuperadas en La Mesa y en el Castillo son numerosas y están formadas por los típicos recipientes almohades: candiles, orzas, lebrillos, anafes, marmitas, cazuelas, ataifores
  2. Ya los almohades jugaban al ajedrez. En el Cerro del Castillo en el interior de uno de los silos excavados se recuperó una pieza tallada en marfil
  3. Gran cantidad de cerámicas almohadas se han hallado en la zona de la alambraba de la Loma del Puerco y en un pecio dela playa de Lavaculos, en Sancti Petri. 
  4. Algunos historiadores, basándose en la toponimia y en las aldeas mencionadas en el repartimiento de Vejer han identificado el iqlim de Benafocín con el asentamiento de la Mesa en Chiclana. Con respecto al nombre Benafocín podemos decir que se trata del nombre de un grupo familiar formado por un primer elemento /bani/ “poblado de los hijos de”, seguido de un nombre propio que puede deducirse de la grafía castellana como /Husayn/ es decir, “poblado de los hijos de Husayn”.
  5. La desaparecida torre del castillo de Alonso Pérez de Guzmán, El Bueno, situada donde hoy se encuentra el colegio del Castillo, parece que se construyó sobre cimientos de una época anterior. Según Cecilia Böhl de Faber, que firmaba con el pseudónimo de Fernán Caballero, “dominaban el pueblo de Chiclana sobre dos alturas, una torre morisca ruinosa, como imagen de lo pasado la una; y una lindísima capilla, como imagen de lo presente, en la otra”.
Leer en EL PERIÓDICO DE CHICANA. Nº 82. Pág. 19


domingo, 12 de marzo de 2017

Muelles sobre el río Iro en 1786


Una licencia otorgada por el Duque de Medina Sidonia en 1786 revela la existencia de “muelles” en el Iro, frente a la actual Alameda del Río, construido por ricas familias de extranjeros vinculadas al comercio de Indias


IRO XXI | CHICLANA

El traslado, desde Sevilla a Cádiz, de la Real Casa de Contratación –que regulaba el comercio con América– tuvo una consecuencia inmediata en el río Iro y, por supuesto, en Chiclana. El acceso a un legajo con documentación inédita –y que se remonta a 1719– de la finca que hoy ocupa la Alameda del Río, número 2, revela la existencia de diversos muelles sobre el mismo río que poseían los propietarios de las casas que, entonces, tenían su puerta principal hacia la calle de La Fuente. Y que confirma –aún más si cabe– el extraordinario papel jugado por el río Iro, entonces perfectamente navegable, como única vía de comunicación entre Chiclana y Cádiz, y que a través del caño de Sancti Petri posibilitaba el acceso a la Bahía.

A espalda de esas casas señoriales de la calle La Fuente, dando a la ribera del río, existían en 1786, al menos, tres muelles: los que poseían el todopoderoso comerciante gaditano de origen francés Nicolás Macé Pain, el no menos adinerado Sebastián Lasqueti Roy –heredero de una rica familia de procedencia toscana y que llegó a ser regidor perpetuo de Cádiz– y Antonio Tomati, otro comerciante italiano sobrino del canónigo de la catedral de Cádiz. Ese mismo año, 1786, una misteriosa y rica mujer, Doña Andrea Chacón, comienza a construir otro muelle –y así consta en diversos documentos inéditos– una vez que recibe la autorización del XV duque de Medina Sidonia –José Álvarez de Toledo, duque de Alba y Grande de España–, señor que aún lo era de la villa de Chiclana.

En el expediente consta “la licencia para construir un muelle y terraplén enfrente de las casas que posee y a favor de Dña. Andrea Chacón, vecina de Chiclana”, otorgada por el Duque de Medina Sidonia de agosto de 1786 y firmada por su secretario de Cámara en Madrid, Ramón Pardo. La lectura de la citada licencia es reveladora –además de fascinante– sobre la inundaciones que provocaba el río y que, además de para el amarre de sus faluchos, los muelles contenían las arriadas e impedían que las casas de la calle de La Fuente se anegaran. 

Textualmente afirma el duque: “Dña. Andrea Chacón, vecina de mi villa de Chiclana se me ha representado, que en la calle de la Fuente de ella posee unas casas, las quales por su espalda hacen frente al río, a cuya ribera tiene puertas, y se hallan por ese motivo expuestas a inundarse por aquel lado, quedando inhabitables, como ha sucedido en los años anteriores y que para ocurrir a tan graves perjuicios deseaba construir un muelle a exemplo y tirantez del que fabricaron con el mismo objeto D. Nicolás Mace, D. Sebastián Lasqueti y D. Antonio Tomati, en cuya manzana se hallan situadas”.

Las casas de Andrea Chacón corresponde a la finca donde hoy confluyen la calle La Fuente y la Alameda del Río y que, al menos, de 1703 a 1760 fue propiedad de Jerónimo Rabaschiero y Fiesco, regidor Perpetuo de Cádiz, y luego adquirida por el escribano mayor de la Casa de Contratación, Juan Antonio Montes. El duque –“en posesión en que me hallo de conceder esta gracia en todo el término de dicha mi villa de Chiclana”– autoriza la construcción a Dña. Andrea Chacón, ampliando además el “goze” a sus sucesores. “Levantando la muralla –describe la licencia–, en disposición, y altura, que pueda resistir el ímpetu de las aguas y precaber las inundaciones, haciendo a su costa los terraplenes, disfrutándolos, y sus sucesores perpetuante sin gravamen ni pensión”. Y así lo comunica al Corregidor y al Cabildo de la Villa. En otro documento, no menos interesante, fechado casi dos años después, el 14 de junio de 1788, el escribano del Consejo certifica que Doña Andrea Chacón ha construido dicho “muelle y terraplén” para su disfrute. Y así se le comunica al duque.


¿SABÍAS QUÉ?
  1. Este año se conmemora el 300 aniversario del traslado a Cádiz de la Casa de Contratación y el Consulado de Comerciantes de Indias, que hasta entonces tenía Sevilla como sede.
  2. Esa decisión provocó un crecimiento extraordinario de población en Cádiz y el asentamiento en Chiclana de ricos comerciantes que tenían en ella su segunda residencia.
  3. La población en Chiclana pasó de 1670 personas (1717) a 7.443 (1766)
  4. El desarrollo urbano tuvo como eje la cercanía al río Iro, vía por la que fluían hasta la villa las familias gaditanas. El centro se desplaza en el siglo XVIII desde la Plaza Mayor y la actual Corredera Alta hasta la calle La Fuente.