sábado, 19 de noviembre de 2016

El Castillo del Iro: sello de piedra sobre el río

Vista del castillo, a la derecha de la Iglesia Mayor, en el lienzo de Franz Xavier Riedmayer.

Escasos son los restos de la fortaleza del río, salvo su alegoría como torre de oro sobre peñas en el escudo de la ciudad


IRO XXI | CHICLANA

Pocos restos quedan de lo que fuera el castillo o fortaleza del Iro o Liro salvo su alegoría como torre de oro sobre peñas, tal y como aparece en el escudo heráldico de la ciudad, o formando parte del paisaje romántico del pintor Franz Xavier Riedmayer. Fue en 1303 cuando Fernando IV concedió a Alonso Pérez de Guzmán, El Bueno, el señorío de Chiclana con el deber de repoblarla y defenderla, mediante privilegio rodado con todos sus montes, fuentes, ríos, pastos, entradas y salidas. Y bien dice, “repoblarla”, si tenemos en cuenta que debió de ser abandonada por la población almohade precipitadamente, ante el avance cristiano. 

Esta alquería islámica estuvo situada en el lugar donde comenzaría a surgir la villa, el sitio más prominente y próximo al río, el que conocemos hoy como Cerro del Castillo. De ella quedaron como testimonio de su existencia, los restos de las viviendas, fabricadas con endebles muros de tapial, los silos o contenedores de alimentos y, posiblemente, los restos de una torre sobre la cual se construyó el Castillo del Iro. Este se describe como una fortaleza con barbacana sobre un río pequeño llamado Besilo, por el que salen los barcos navegando hasta la Bahía de Cádiz, tal y como nos la describe Pedro de Medina, cronista oficial de la Casa de Medina Sidonia, a mediados del XVI. La mayoría de las descripciones coinciden en que era una construcción pequeña y exenta. 

Restos arqueológicos de época almohada recuperados
en el cerro del Castillo, hoy en el Museo de Chiclana.

Según Luis Bravo de Lagunas, era una torre sin artillería, situada en un lugar abierto, muy cerca de la mar y donde podía desembarcar el enemigo, que la vio en un viaje de reconocimiento del sistema defensivo de la costa en 1577. Y Agustín de Horozco dice de él que era un mediano e inútil castillo, que estaba apartado de la costa más de media legua y al que se llegaba con muchas vueltas del río Sancti Petri con la marea. 

Para conocer su triste final contamos con el valioso testimonio de la escritora romántica que firmaba bajo el seudónimo de Fernán Caballero, Cecilia Böhl de Faber, que lo describe como “imagen de lo pasado”, “sello de piedra que ostentaba los archivos del pueblo”, “herencia de generaciones guardada por la comarca, como la momia de un vencido caudillo”, “aislada, abandonada, inofensiva y austera que tenía a sus pies el cementerio”. A su criterio fue demolida bajo el pretexto de que era una ruina, pero que hubiera sobrevivido en el tiempo mucho más que algunas construcciones más recientes. Resulta interesante destacar el sentido patrimonial tan acertado e innovador de la escritora para la época, destacando sobre todo el valor histórico, arqueológico y patrimonial que este tenía. Según Jesús Romero Montalbán, la torre sufrió grandes desperfectos durante la invasión francesa de Chiclana y fue definitivamente demolida porque ya no era más que escombros en 1813 por el propio ejército español. 


¿SABÍAS QUÉ? 
  1. Según cuenta la tradición la cúpula de la Iglesia Mayor se construyó con las piedras que se extrajeron de la demolición del Castillo.
  2. Existió en el Cerro del Castillo una alquería o poblado medieval de la que aparecieron numerosos restos en las excavaciones arqueológicas realizadas entre 2006-2011. 
  3. En 1806 la torre del castillo debía seguir en pie pues aparece dibujada en el óleo de Riedmayer. 
  4. La torre según algunos investigadores fue similar a la Torre de Guzmán de Conil.

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