A principios de los sesenta se privatizan los suelos contiguos al río |
Durante la década de los años veinte, el urbanismo en las riberas del río buscaba la belleza y su contemplación con zonas verdes, donde todas las fachadas de las viviendas miraban al Iro tanto en La Banda como en la zona de El Lugar
No es hasta los principios del siglo XX, con la urbanización del paseo José María Quecuty, cuando se comienza a entender las riberas del río, a su paso por la ciudad, como un lugar idóneo para actividades públicas dedicadas al ocio y esparcimiento. Hasta entonces se necesitaban, los espacios junto al río, para un uso industrial que englobaba, tanto el transporte de pasajeros y mercancías, así como la pesquería y talleres de carpinteros de ribera que construían y mantenían falúas y pequeñas embarcaciones de pesca.
Con los años veinte del pasado siglo este tratamiento más urbano que buscaba la belleza y su contemplación mediante un uso público llegó a su máximo esplendor. La Alameda del Río, el jardín dedicado a García Gutiérrez, la prolongación de la Alameda con la instalación “provisional” de un teatro de madera con otro pequeño jardín en su trasera, junto al antiguo puente grande, conformaban la ribera del Lugar. Un preciosista y muy coqueto “Puente Chico” unía las dos márgenes por su parte más centrada, frente a la calle de la Vega. En “la Banda” otro agradable jardín subía junto a la calle Carmen Picazo buscando la plaza de Castelar, siempre conocida como la “Alameda del Piojito” y la calle Jardines. Hacia poniente, buscando la marisma, donde hoy se localiza la calle Paciano del Barco, un compacto grupo de eucaliptos proporcionaba agradable sombra a las mesas que se colocaban desde el 22.
En esos años, todas las fachadas de las viviendas cercanas al río, le miraban de cara, tanto las más soleadas en la Banda como las orientadas al norte, en el Lugar.
El nuevo PGOU pretende recuperar las zonas verdes |
Los palurdos sentimientos y negros intereses de la oscura Chiclana de la posguerra, acaba con aquel paisaje idílico. La inundación de 1965 sólo consiguió machacarlo. A principios de los sesenta ya se privatizan y se venden los suelos contiguos al río, es decir, el jardín dedicado a García Gutiérrez y el pequeño eucaliptal, se transforman en solares para edificar viviendas que además pegan sus traseras al mismo borde del río.
El Plan General de Ordenación Urbana, recientemente aprobado por el Ayuntamiento, intenta volver a la situación idílica de los años veinte y lo hace además en base a la legislación de Costas para toda España. Concretamente ordenando dos actuaciones públicas que las denomina 2-AA-06 RIO IRO, con el objeto de recuperar estos suelos para espacios públicos, donde se podrá actuar por expropiación forzosa. “También se podrán obtener mediante reserva de aprovechamiento, compra o permuta con los propietarios y cesión gratuita en virtud de convenio urbanístico.”
Quedan también definidas, para el río, su “zona de tránsito”, que consiste en una superficie, delimitada entre el borde del dominio público y una línea paralela, a lo largo del río, a seis metros de distancia que debe de quedar expedita para uso y acceso al río sea el suelo público o privado.
Así mismo dibuja y define la línea de servidumbre de protección, que puede llegar a cien metros, siempre con un mínimo de veinte en los que no se podrá edificar.
Bueno sería que la Administración Municipal reconsidere la ubicación “provisional” del apeadero de transporte de autobuses situado en la ribera del río y contraria a la ley ya que debiera ser el primero en respetar.
- La casa, con una fachada neoclásica que mira hacia el río y que se corresponde con el número 10 de la calle Carmen Picazo, formando esquina con la calle Montes, es de las pocas y antiguas de Chiclana, se construyó en el año de 1.755. En ella vivieron las hermanas de Francisco Montes “Paquiro”.
- La casa contigua también de estilo neoclásico y correspondiéndose con el número 8, es un poco más antigua, se construyó en 1751.
- En la otra esquina de la calle Montes, donde se encuentra actualmente, la “Casa del Pueblo”, con una fachada menos pretenciosa que las anteriores, curiosamente vivió el sacerdote Francisco Fernández-Caro, el Padre Caro, que fue el impulsor del patronazgo y devoción a Nª Sª de los Remedios, de la que ahora se celebra el Centenario como patrona de la ciudad.
- El puente “Séptimo Centenario”, por eso de las complicaciones entre Administraciones, necesitó para su construcción una concesión de uso por treinta años, que fue publicada en el BOP.
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