sábado, 15 de julio de 2017

Manjares para Melkart




La explotación agrícola en época fenicio-púnica del territorio del Iro tuvo relación con el templo ● La vega del río se utilizó para cultivar trigo, cebada, mijo y otros productos


IRO XXI | Chiclana

Volvemos sobre el Iro en la Antigüedad y su relación con los navegantes tirios, que llegaron, según las fuentes cásicas, a Gadeira, allá por el 1.100 a.C., y que además de en Gadir, actual Cádiz y en el Castillo de Doña Blanca, El Puerto de Santa María, se asentaron en el Cerro del Castillo de Chiclana, dando origen a nuestra querida ciudad desde época muy temprana. 

En esta ocasión, queremos llamar la atención sobre una actividad practicada por los fenicios (phoinix= rojo-púrpura, haciendo mención al color de sus ropajes) en muchos de aquellos lugares donde se asentaron, como es la agricultura, poco conocida, hasta ahora, por el público en general. La mayoría de los textos que describen a los fenicios nos muestran a un pueblo cuya actividad económica era fundamentalmente el comercio, que llegó a la Península Ibérica e incluso hasta las Islas Británicas, impulsado por la búsqueda de metales. Pero, en escasas ocasiones, aunque sí de la mano de los expertos en el tema de la colonización, podemos leer que esa repoblación fue también agrícola, es decir, se asentaron allí donde observaron que existían buenos campos de cultivo, de ahí su elección de Chiclana.

El debate historiográfico acerca de si la colonización fenicia fue sólo comercial o también agrícola, iniciado por C.R. Whittaker en 1979 con su artículo “The Westem Phoenicians: Colonisation and Assimilation”, es realmente interesante y ha conseguido ir ganando cada vez más adeptos, en su segunda vertiente, conforme avanzan las investigaciones. La mayoría de los historiadores han aceptado la posibilidad de una explotación agrícola del territorio, independientemente de la actividad comercial. 

Las investigaciones arqueológicas que se vienen realizando en el asentamiento fenicio-púnico del Iro, corroboran que entre las diferentes actividades económicas que se desarrollaron en él, además del comercio, la agricultura jugó un papel muy importante. La extensión de terrenos de labor de la campiña, ganados a la extensión de matorral y bosques mediterráneos desde el Neolítico, nos hace suponer que los navegantes venidos de Oriente utilizaron la rica vega del río para cultivar trigo, cebada, mijo, legumbres (garbanzo) y guisantes, y otros productos, y las laderas del cerro, próximas al asentamiento, como huertas (posteriores Huerta Chica, Huerta de la Plata). El producto obtenido sirvió no sólo para el autoabastecimiento del poblado, sino también para el templo de Melkart y para surtir el comercio que desde Gadir se dirigía al Mediterráneo y al Atlántico. Las ganancias se atesoraron en el afamado templo, prolongación en Occidente del palacio de Tiro, y se ofrecieron a Melkart como ofrendas, forma de justificar su apropiación ante las élites tartesias. 

Los diferentes restos arqueológicos encontrados nos han permitido identificar estructuras constructivas relacionadas con la producción, transformación y elaboración de alimentos. Entre los vestigios que aún podemos contemplar se conservan lagares, con suelos pavimentados de arcilla, hornos de pan fabricados en adobe y algunos elementos utilizados en la molienda, como los llamados “molinos de tolva”, fabricados en piedra volcánicas, importadas desde el Mediterráneo, concretamente desde Sicilia y Grecia, en los siglos V y IV a.C. 

Los recipientes cerámicos encontrados, testimonio de las antiguas vajillas utilizadas, nos permiten realizar una aproximación a alimentación de la época, como la gran cantidad de morteros, lebrillos, ollas y grandes cuencos, junto a ánforas para el almacenamiento y transporte. De todo ello se deduce que la dieta estaría formada fundamentalmente por tortas de pan, gachas o purés de garbanzos y guisantes, frutas y hortalizas, y como no podía faltar en nuestra tierra, vino y el aceite.



¿SABÍAS QUÉ?

  1. Los fenicios introdujeron en la Península Ibérica el cultivo de la vid y del olivo.
  2. A finales de los ochenta, arqueólogos e historiadores como J. Alvar y C.G. Wagner empezaron a estudiar la colonización agrícola fenicia.
  3. La introducción del molino de tolva, sustituyendo a los de vaivén prehistóricos supone la otra gran innovación tecnológica, después de la fundición del hierro, el torno del alfarero y los hornos cerámicos de cocción oxidante. El uso de este molino mejoró la calidad de la harina y consiguió duplicar la producción de ésta.
  4. Los fenicios imitaron los recipientes donde se comercializaba el vino griego (ánforas de tipo griego), para vender el de producción local, como si fuese importado y así conseguir mayores ganancias.

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