sábado, 10 de septiembre de 2016

Una "ficción fluvial escurrida entre zarzas"


El escritor chiclanero Fernando Quiñones describió de manera magistral, aunque no muy positivamente, al río Iro en el cuento “Todo un verano para el padre Alfonso”, con el que inicia la "novela en relatos" titulada "El coro a dos voces"


IRO XXI | CHICLANA

Aquello que escribió Fernando Quiñones del río Manzanares –“un río con más versos ya que agua”–, no es lo que le sucede a nuestro río Iro. Y no por su cuenca, más o menos escasa, según las mareas, sino por la poca fortuna que ha tenido en la literatura: “Bastantes días al año, en las bajamares de muchos grados, el presunto río ni era capaz de parecerlo a su paso por la población. Más que moverse, allí yacía aquella trabajosa ficción fluvial escurrida entre zarzas y cenagales opulentos; el mar lograba alcanzar Contreras moribundo y a rastras, como en un enorme esfuerzo final por tocar el pueblo con la punta de un dedo”. 

Así lo describe el escritor chiclanero, uno de los grandes narradores andaluces del siglo XX. Esa descripción del río Iro aparece en uno de sus cuentos: “Todo un verano para el padre Alfonso”, el primero de esa “novela en relatos” que es el libro “El coro a dos voces” (1997). Es en este mismo texto donde escribe aquello de “Contreras subía lánguidamente por la solanera muda, desde el río puercachón hasta el pie de la colina rematada por la ermita de Santa Ana”.

¿Por qué dice entonces Contreras? Así llamaba Quiñones en la ficción de sus relatos “fantásticos extraños” a Chiclana. Cambia el nombre, pero la descripción de la ciudad es de enorme fidelidad. Tanto en ese relato, como en “Cubalix” (1978), que también transcurre en Contreras/Chiclana. 

Sin embargo, particularmente nos interesa “Todo un verano para el padre Alfonso”, porque es aquí donde se detiene en el río Iro, aunque nunca lo llega a nombrar, como un protagonista más: “Apenas dejarse atrás las casas y bordeado a trechos de cañares y eucaliptos, el presunto río ya enseñaba otra cara algo más presentable, desde el lugar que le dicen La Resbalosa: allí donde, cosa de cien años antes, una banda de chiquillos sacó de entre carroñas de animales y maderámenes a medio licuar un costillar humano en bronce, de tamaño natural, con su esternón y sólo tres costillas de menos”, continúa la descripción.

Y prosigue con las alusiones, no precisamente bienintencionadas del río: “Sea como fuere, desde aquel día tan lejano nada había dado de sí el aborrecido emplasto del río, excepto inundaciones, infecciones y agobiantes pestazos imprevistos”. El relato narra un hecho extraordinario: la aparición en el río de “un pez plano muy grande y oscuro, como un lenguado con algo más de tres metros de cabeza a cola” que el padre Alfonso (trasunto del famoso Padre Salado) protege en una cueva fluvial bajo la parroquia de San Telmo, que dibuja así: “Emplazada junto al río, brazo de mar más bien, la iglesia de San Telmo comunicaba con él sin que dejaran verlo los abultados fangales de la orilla y sobre todo el Yapasaste, como el humor contrerano llamó a los breñales de cambrón, junquillo, escaramujo y toda la erizada antología de espinas que bordeaba antaño la corriente”. 


¿SABÍAS QUÉ?
  1. Quiñones, según desveló en el propio epílogo de “El coro a dos voces”, concibió “Todo un verano para el padre Alfonso” como un borrador de una futura novela que no llegó a publicar. “Noventa folios que, reducidos a once, pasaron luego a quince y, por fin, a la extensión que aquí tiene”, que son veintiuna páginas en la primera edición de Anaya & Mario Muchnik.
  2. El propio escritor aclaró en el epílogo que este relato “acopia más referencias verídicas que las suponibles”. Y matiza, incluso: “En el del padre Alfonso, que toca el siglo pasado, proviene de la realidad, incluso con alguno de los detalles increíbles, el pueblo en su momento, 1933, el apellido, profesión e ideología del protagonista, y circunstancias de su vida dadas en el texto, que también pudo titularse «El libertador»”.
  3. Ese mismo padre Alfonso que da título al relato es una espléndida transposición de Fernando Salado Olmedo, el padre Salado, que por necesidad sitúa de párroco de San Telmo, aunque nunca lo fue. “Hombre por encima de la cuarentena y dueño de un espíritu abierto y una cultura nada usuales en los curas españoles de su tiempo, andaba atravesando una crisis paralela, o quizá correspondiente, a la que atribulaba todo el país […]”.
  4. La primera alusión a Contreras está en “Cubalix”, relato con el que concluye el libro de relatos “El viejo país” (1978). Y también en otros dos relatos, entre los dieciséis que componen “El coro a dos voces” (1997): “El monedero”, donde la cita simplemente, y “La libertad”. “Todo un verano para el padre Alfonso” ha sido recuperado en el libro colectivo “Fantasmas y monstruos de Chiclana” (Navarro Editorial, 2012).

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